martes, 8 de octubre de 2013

Hablar para aprender a hablar



En este aparado voy a defender la idea particular de trabajar la oralidad en la escuela, como punto importante que ayudará al alumno en su crecimiento personal.

Por un lado tradicionalmente en las clases de lengua y literatura, tanto de primaria como de secundaria, se ha hecho mayor hincapié en la expresión escrita que en la expresión oral, llegando incluso a desaparecer la expresión oral como actividad específica en el aula, se daba por una enseñanza natural del ser humano, sin mediar ni intervenir en su mejora y evolución. El tiempo dedicado a los conocimientos de la ortografía y de los signos de puntuación, junto con los ejercicios de la lectoescritura y comprensión lectora, son muy superiores a los realizados en el desarrollo de las habilidades lingüísticas orales.

Por otro lado, sabemos que la competencia oral es la destreza comunicativa más usual y más compleja, además cualquier persona con un buen dominio de la competencia oral tiene más posibilidades de aprender de forma más fácil y adecuada en todas las demás competencias. Cuando se domina el lenguaje verbal y no verbal, en cualquiera de sus posibilidades se facilita el proceso de aprendizaje general. Un alumno de primaria necesitará esta competencia oral para expresarse en todas las áreas que le exige el currículum, no únicamente en lengua y literatura.

Los alumnos de primaria, muchos presentan dificultades para la expresión oral, cuando tienen que dirigirse al profesor o a toda el aula, a menudo se traban, usan muletillas, no utilizan términos adecuados al contexto, no saben qué palabras utilizar en determinadas ocasiones etc. En general hablan sin planificar el discurso.

Ante un problema así la única solución que encontramos es trabajar esta destreza de una forma específica en el aula, con ejercicios y actividades que permitan al alumno comunicarse con autonomía.

Para justificar trabajar la oralidad en el aula, y tomando como importante la competencia en autonomía del alumnado, pensemos que una persona que no pueda expresarse de manera coherente, clara y con una mínimo corrección, no sólo se limitará su trabajo profesional y sus aptitudes personales, sino que también corre el riesgo de hacer el ridículo en algunas ocasiones.

También sabemos que la comunicación es un proceso que no se planifica, surge espontáneo, sin embargo, existen determinados aspectos que merecen la pena ser cuidados para ser un buen comunicador, y que desde la escuela podemos trabajar con los alumnos de primaria. Es una habilidad que se puede ir adquiriendo a la vez que se desarrolla la habilidad comunicativa.

En este proceso de enseñanza de expresión oral, siempre debemos partir de las imperfecciones, inexactitudes o errores que se encuentran en la comunicación cotidiana del alumno, para posteriormente poder avanzar en la práctica de diferentes modalidades de expresión, o textos orales, y proporcionar al alumno una continua retroalimentación  para que puedan comprobar el progreso obtenido al final de las actividades.

Podemos encontrar diferentes géneros orales aplicables a la didáctica de la expresión oral, en ellos se encuentran los géneros dialogados y los géneros monologados.


Pautas para docentes:

De forma breve se van a dar unas pequeñas pautas generales para profesores y maestros, sobre cómo tratar la oralidad en el aula:


Centrarse en el aprendizaje de la oralidad; el aula es un espacio formal:

Los alumnos ya tienen una amplia experiencia en habla espontánea, y es necesario desarrollar la capacidad verbal en discursos planificados, situados en contextos formales reales o verosímiles. Es importante que el alumno pueda prácticas los usos orales menos presentes en la vida cotidiana del alumno.


Definir lo que los alumnos van a aprender a través de cada práctica oral:

Cada actividad oral tiene como objetivo que el alumno aprenda algo que antes no sabía.


Componentes específicos de la competencia oral:

Componente lingüístico discursivo: el dominio de la voz, la agilidad en la selección de vocabulario y en el uso de las estructuras morfosintácticas, el control de la coherencia y cohesión del discurso y el dominio de géneros discursivos formales.

Componente contextual: registro lingüístico con el grado de formalidad adecuada, el control sobre el tiempo de escucha, el reconocimiento de las reglas sociales que imperan en cada contexto social.

Componente estratégico retórico: estrategias que utiliza quien habla para incrementar su eficacia comunicativa, aspectos psicológicos como controlar las emociones, los miedos y la tensión. 

Es muy importante saber qué decir y decirlo teniendo en cuenta al destinatario y el espacio social.


Pensar antes de hablar: la planificación de las intervenciones orales:

Disponer de tiempo para pensar lo que se va a decir, seleccionar las ideas, ampliarlas, ordenarlas, saber cómo decirlas y adecuarlas al estilo personal.  Elaborar esquemas en nuestra cabeza “pensar y repensar” en la intervención oral, dejando de lado el habla improvisada, sabiendo que la mejor improvisación conlleva una gran planificación.


Organizar los contenidos de aprendizaje mediante secuencias didácticas:

Cuando delimitemos los objetivos de aprendizaje en la expresión oral, debemos admitir la suficiente flexibilidad para adaptarnos a la diversidad del alumnado, las actividades deben ser significativas para los alumnos y el ensayo del discurso constituye el elemento clave del discurso.


Diseñar las prácticas discursivas orales del alumnado: un espacio ritualizado y una escucha focalizada.

Las actividades se preparan y se programan y se crea un clima de expectación y de atención, además debemos grabar las intervenciones para que los alumnos puedan valorarse de forma autónoma.


Conseguir un buen clima del aula: una relación social equilibrada entre la autoridad y la complicidad con el alumnado.

El profesor debe captar la atención de sus alumnos con buenas intervenciones orales. Las prácticas orales son metodológicamente complejas, mucha más que otros contenidos de aprendizaje, requieren, por una parte de los alumnos, atención y distensión, participación y espera paciente, reflexión e improvisación de un modo controlado, entre otros factores. Debemos planificar tanto lo que vamos a enseñar como la forma de hacerlo, y muy importante compaginar en el aula el clima de complicidad y confianza con la distancia social y la autoridad propia del docente.


 Amparo Inoto Clos. 

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